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Te advierto que antes de ayudar a alguien con depresión y ansiedad, hay que incomodarse a uno mismo, cuestionar nuestras acciones y actitudes, para verdaderamente poder apoyar.

El 10 de octubre se conmemoró el Día Internacional de la Salud Mental. Hoy en día, el diálogo es mayor, por lo cual sabemos más sobre esta enfermedad. Sin embargo, aún hay mucho por hacer. Tanto en el hogar, como en las oficinas, tenemos una gran responsabilidad de ayudar a una persona con depresión y ansiedad. ¿Cómo hacerlo? Bueno, cuando se es líder, no importa de dónde sea, el conocimiento acerca de este tema debe ser mayor, porque poseemos la responsabilidad de responder adecuadamente a la situación.

Antes de continuar con las recomendaciones de los expertos, debo preguntarte una cosa. ¿Alguna vez le has dicho a alguien (o alguien te ha dicho), alguna de estas frases?:

  • “Todo va a estar bien”.
  • “No le des importancia”.
  • “Quizás solo estás teniendo un mal día”.
  • “Intenta cambiar tu ánimo”.
  • “Todo es cuestión de perspectiva”.
  • “No te preocupes”.
  • “Tranquilízate, tampoco hay que exagerar”.
  • “Debes tomar en cuenta que hay otros en peores situaciones”.
  • “Solo necesitas distraerte”.
  • “¡Sonríe!”

La manía de juzgar

La lista podría continuar, con cientos de frases que, para algunos, podrían ser insignificantes de decir. Ahora necesito que te pongas en el lugar de alguien cuya mente le ha “jugado chueco” y el sentimiento de malestar es constante. Levantarse e irse a dormir con tristeza, con miedo; experimentar temblores, taquicardias, inclusive ataques de pánico. La mayoría de las veces, esto no lo ven otras personas. Cuando perciben conductas inusuales, por otro lado, alguien sin conocimiento del tema juzgaría duramente.

Evadir la situación

Otro de los errores garrafales que se suelen cometer, es minimizar las emociones de alguien que tiene estos padecimientos. Entendamos que esto no es una decisión, si no una afección psicológica, que debe ser tratada como cualquier otra enfermedad. Pondré un ejemplo burdo, para ser más claro. ¿Qué haces cuando alguien cercano llega y te dice que tiene una migraña tremenda? Por lo menos le darías una pastilla, ¿cierto? En muchos lugares de trabajo y escuelas esto es un motivo para ausentarse. Entonces, ¿por qué no reaccionamos igual cuando una persona se expresa sobre su circunstancia mental? El cuerpo es igualmente importante que la mente. Así de sencillo.

Repercusiones

El daño que se le puede causar a alguien con depresión y ansiedad, al tener alguna de las conductas mencionadas anteriormente, podría ser catastrófico. Evidentemente, hay distintos niveles de gravedad, pero podríamos resumirlo a que esta persona podría estar pidiendo a gritos ayuda, y alrededor hay puro sordo. La inaccesibilidad para hablar de las emociones ha causado que miles se quiten la vida, cada año. Pensemos antes de actuar.

¿Qué recomiendan los expertos para ayudar a una persona con depresión y ansiedad?

El sitio MedLine Plus, a cargo del gobierno de los Estados Unidos, hizo un artículo sobre este tema. En él se mencionan seis puntos primordiales, a tomar en cuenta, cuando conocemos a alguien que necesita de nuestra ayuda. A continuación los menciono brevemente.

Considera el tipo de relación que tienes con la persona, para acercarte de la mejor manera. Esto se refiere a que el trato con un familiar no es igual con un compañero de trabajo, o amigo. Analiza tu nivel de cercanía y acércate a hablar tomándolo en cuenta.

Pregunta, pregunta, pregunta. Solemos tener un discurso preparado, que creemos salvará a la otra persona. Sin embargo, ¿cómo sabemos qué decir cuando ni siquiera hemos averiguado su sentir verdadero? Investiga primero las necesidades del otro, antes de querer actuar sin guía.

Escucha. Muchas veces solo necesitamos que alguien nos escuche, sin consejos, sin regaños, sin sermones.

Haz válidos sus sentimientos. Repite que es totalmente aceptable sentirse así, que de eso no depende su valor como persona, ni tampoco peligra su identidad. Nunca restes importancia, ni digas que “todo mundo se ha sentido así”; generalizar no es consuelo.

Ofrece recursos. Pon a su disposición el contacto de algún psicólogo o psiquiatra, pero recuerda, nunca fuerces a alguien a ir a terapia; esto debe ser voluntario. También se vale investigar técnicas de meditación, ejercicios, o sana alimentación, para ayudarle al cuerpo a sentirse mejor.

No eches el tema en saco roto. Después de la primera conversación, mantente en contacto cada dos días, para ver cómo evoluciona la situación. Pregunta cómo se siente y, sin falla, hazle saber que estás ahí de forma incondicional.

Espero te hayan servido estos consejos. Recordemos, por favor, estos pueden aplicarse en cualquier ámbito. Comparte este artículo con quien esté a tu alcance, para sumarnos a esta causa tan importante.

Si necesitas hablar, aquí estoy.

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