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El día a día determinará nuestro futuro, aún sin darnos cuenta, las pequeñas acciones diarias son nuestra realidad y, si no tenemos cuidado, pueden jugar en contra; de aquí la importancia de los hábitos buenos.

A menudo creemos que las decisiones que tomamos vienen con situaciones repentinas, pero en realidad, nuestra vida se forma de acuerdo a nuestros hábitos. La comida que ingerimos, la actividad física, nuestros gastos o ahorros, repercuten directamente en nuestra productividad, rendimiento, salud y felicidad.

El libro de Charles Duhigg, llamado El poder de los hábitos, nos habla precisamente de esto. Y es que, según dice, estos no llegan de pronto. Por el contrario, son pequeñas actitudes que tomamos en momentos quizás insignificantes. Un ejemplo claro es, en la mañana, cuando tenemos opción de levantarnos más temprano para desayunar adecuadamente, pero preferimos quedarnos en cama viendo redes sociales. ¿Crees que esto te beneficiará en un futuro, a pesar que se recomienda no pasar demasiado tiempo sin comer?

De acuerdo con Duhigg, son precisamente estos hábitos tan arraigados aquellos que pudieran hacer más daño y frenarnos en el proceso de cumplimiento de objetivos. Entonces, ¿cómo los mejoramos? La ventaja es que, en efecto, es posible reprogramarnos para enderezar el camino en estos aspectos.

Hablemos de cuatro puntos fundamentales para entender este tema, y saber cómo aplicarlo a la vida. En poco tiempo notarás un cambio importante, en tu salud, vida personal, profesional, en la oficina, la casa y hasta en tus relaciones interpersonales.

Los hábitos buenos nos llevarán a destacar nuestro potencial y habilidades. Aquí cuatro claves del libro El poder de los hábitos.

El bucle del hábito

Duhigg explica claramente como caemos en los hábitos negativos. Nuestro cerebro está programado para buscar la comodidad y poder descansar con mayor frecuencia. Si bien tomarse momentos de relajación es bueno, hacerlo con frecuencia lo convierte en algo usual. El cerebro deja de decidir para ocuparse de cosas más “importantes”, como realizar cosas en el trabajo o resolver alguna situación. El bucle está compuesto de –señal, rutina, recompensa-. Esta recompensa puede ser momentánea, como lo es tomarse una copa de vino después de un largo día, ¿pero qué sucede si lo hacemos seguido? ¿Cómo repercute en nuestra salud?

La ventaja es que no son definitivos, y en cualquier momento podemos cambiar los hábitos. Sin embargo, hay que ser conscientes al respecto, porque estos se quedan grabados en nuestro “disco duro”, quedando al acecho y en espera de una señal.

Cómo cambiar los hábitos

Existe una regla de oro, “si usamos la misma señal y proporcionamos la misma recompensa, podemos cambiar la rutina y cambiar el hábito”. En términos más simples, “debemos hallar una nueva actividad que satisfaga las viejas señales y recompensas. Por ejemplo, cuando sentimos la necesidad de comer, aún sin tener hambre, hay que preguntarse qué puedo hacer para satisfacer el deseo de comer (señal) y obtener la misma recompensa. Quizás una respuesta sería tomar agua, meditar, salir a dar una vuelta, por nombrar algunas.

Pero antes de siquiera buscar una nueva actividad, hay que encontrar la raíz de la señal y la recompensa. ¿Por qué quieres comer? ¿En verdad tienes hambre o es ansia? ¿Cómo te sientes después si ingieres el alimento, culpable o con satisfacción? Normalmente, cuando somos conscientes y procesamos estas “necesidades”, las entendemos y podemos cambiar nuestra actitud y acción al respecto.

Hábitos básicos del éxito

Hay hábitos de mayor relevancia, que dictan el curso de los negocios y las empresas; lo mismo sucede en los ámbitos personales. Al cuestionarnos que es aquello que marca una diferencia en el ambiente y los resultados generales de una empresa, por ejemplo, podemos saber cuáles son. Son características elementales de una organización, que al repetirse, desencadenan más actitudes positivas.

Es como cuando una persona se comporta de manera amable con un extraño, lo más probable es que este extraño haga lo mismo con alguien más, y así sucesivamente. De igual forma sucede en las organizaciones. Esto, con el tiempo, generará una cadena de hábitos buenos, conductores del éxito.

Esto debe tomarse a consideración cuando se arme un plan laboral o empresarial. Se traducen en forma de “guía” sobre qué hacer si se identifica una falla en el camino. Si alguien está flojeando, ¿cuál es el paso a seguir? ¿Cómo podemos identificar la fuente del problema? ¿De qué forma se solucionará para el bien común?

El poder de una crisis

Cuando el plan de acción falla en una organización, podría entrarse en un momento de crisis, pero esto, más que una situación negativa, es una oportunidad para lograr grandes mejoras. Aquí es en donde salen todas las aristas que requieren atención inmediata.

Aportar soluciones de manera colectiva, harán la diferencia al final del problema. Aquí, precisamente, es cuando necesitamos equipos de alto rendimiento, sólidos, con productividad y canales de comunicación abierta.

Así es como se hacen las empresas fuertes, lo mismo en cualquier otro ámbito de la vida. Entonces, ¿de qué lado quieres estar? ¿Te dispones a cambiar tus hábitos para lograr todo lo que siempre has querido?

Te lo dejo como reflexión. Mientras tanto, lee la obra completa de Charles Duhigg, El poder de los hábitos. Súper recomendable.

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