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Es un problema que afecta a millones de personas a diario en nuestro país, porque olvidamos que la productividad no se relaciona con la edad, sino con la decisión.

Analiza si la siguiente historia es justa.

Una señora y su esposo, ambos de arriba de 40 años, han sido despedidos recientemente de su trabajo. Ella estudió para chef, él para contador público. A él le dijeron que habían contratado a alguien más “calificado” para su puesto; a ella que su lesión en la mano le impedía desempeñar sus labores de manera adecuada.

Si bien la lesión era recurrente, se podía solucionar con una operación, aunque su jefe no creía que por su edad fuera a recuperarse por completo. El esposo de esta mujer estaba pagándose un diplomado para actualizarse en su campo de estudio, pero le seguían pidiendo “ideas frescas”, además de negarse a aumentarle el sueldo.

La liquidación que les dieron era poca, pues los obligaron a firmar su renuncia, a pesar de haber trabajado cerca de 10 años para sus respectivas empresas; por tanto, se vieron forzados a buscar trabajo inmediatamente.

Seis meses después ambos siguen sin trabajo, a pesar de sus ganas, de su experiencia y de su capacidad para mejorar las habilidades que ya poseían. Las deudas están al límite y la respuesta a sus solicitudes de empleo sigue siendo: “buscamos un perfil más joven”.

Un poco de estadística

En México, la cifra de la década pasada decía que el 90 por ciento de las ofertas laborales restringía oportunidades, a personas mayores de 35 años. De acuerdo con datos del COLEF, estos números son consistentes hasta la fecha, lo que indica que la gente de estas edades tienen únicamente el 10 por ciento de probabilidad de quedar contratados.

Por su parte, en el mismo artículo, la Dra. Rosa Isabel Medina indica que para mayores de 55 años, el estimado se reduce al 0.5 por ciento.

Cabe recalcar que, según las Proyecciones de la Población de México y de las Entidades Federativas, del Gobierno Federal, el 30.4 por ciento de los ciudadanos (de los 128 millones en total) pertenecen justamente al rango de 30 a 59 años de edad.

De este mismo estudio se concluye que de las 35 millones de familias en el mismo hogar, 10 millones son encabezados por mujeres, quienes además sufren discriminación por género. De hecho, a principios del 2021, el INEGI reportó que de las 1.6 millones de personas que perdieron su trabajo en el primer trimestre del año, el 84 por ciento eran mujeres.

En el periodo de enero a marzo de 2021, la tasa de desempleo en México incrementó en un 4.4 por ciento, comparado al 3.4 por ciento del mismo periodo, en 2020; esto según Expansión.

Reflexión sobre la discriminación laboral por edad en México

La situación que plantee al principio de este artículo es basada en una problemática latente en nuestro país. Pregúntate a ti mismo, ¿qué tan capaz es una persona de 35 años de desempeñar su labor? ¿Conoces a alguien de 50 años que trabaje? ¿Cómo es su productividad? Normalmente, las respuestas son “igual que alguien de 25”. Aunado a la experiencia que ya tienen estas personas, ¿cómo podríamos cuestionar su trabajo?

Una vertiente a recalcar, por supuesto, es la necesidad de actualización constante. La vida avanza, el flujo económico también, pero mantenerse a la vanguardia es una tarea que le atañe a cualquier trabajador, sea de 21 o de 60 años. Si a un joven se le brinda la oportunidad de mejorar sus habilidades con el tiempo, ¿por qué no se le daría a alguien mayor?

Aquel que relacione el veredicto de una oferta laboral con la edad, sólo muestra la poca empatía y el poco conocimiento que tiene respecto a la fuerza de trabajo en México y el mundo.

Seamos más conscientes a la hora de gestionar nuestros equipos. Recomiendo que, en vez de despedir empleados por este tipo de factores, invirtamos en su constante capacitación. Así, además, propiciaremos un equipo de alto rendimiento, moldeado a nuestra empresa.

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